Al
final del siglo XIX aparece el afoxé que es un tipo de desfile de carnaval de
la población negra que se dejaba ver en las calles de Salvador de Bahía, cuyos
miembros son adeptos al “candomblé”, que es el culto de los orixás y religión originaria
del oeste africano y tiene por base el ánima o espíritu de la naturaleza, por
tanto es clasificada como una religión animalista.
En aquella
época, la razón principal del afoxé era expresarlo por todo lo alto con el aura
y todo el ambiente mítico del candomblé en un espacio público durante la fiesta
más popular que era el carnaval. También era la reafirmación y presencia del
mundo negro afro-bahiano y lo que significaba en aquel momento. Hasta entonces
la celebración carnavalesca había sido reivindicada por las clases medias
blancas y mestizas con la exclusión de los negros.
En
carnaval, los clubes privados venían desfilando en las calles imitando los
carnavales europeos. El primer afoxé que desfiló en Salvador en 1895 fue el
llamado Embaixada africana. Al año siguiente desfilaron los Pândegos de Africa
y otros como los Filhos da Bahia etc…
La
música, la danza y su vestuario eran todos de inspiración afro-bahiana, lo que
provocó una reacción de las clases dominantes.
La
policía prohibió los afoxés, la samba, el batuque (religión del golfo de guinea
y Nigeria derivada de los Yorubas) y la exhibición en clubes de vestuario africano.
Después
de 15 años de prohibición el afoxé reaparece en 1918, pero solamente en los
años 40, con la disminución de la represión,
comienza
la organización de las grandes e importantes asociaciones del carnaval afro-bahiano.
Se dieron a conocer varias organizaciones que combinan percusión danza y cantos
que transmitían mensajes de lo dura que estaba siendo la vida para ellos. Según Gilberto Gil mientras que esto sucedía las
élites se daban banquetes en clubes sociales, como por ejemplo el club Bahiano
de Tenis.
En 1948
se establece el importante grupo afoxé Filhos de Gandhy, en homenaje al gran liberador
de la India, algunos meses después de su asesinato. El grupo se identifica con
la filosofía de Gandhy de la no-violencia, del anti-colonialismo y del
activismo contra la dominación europea.
Al año
siguiente, los Filhos de Gandhy ya tenian una centena de miembros que desfilaron
durante el carnaval, con su vestuario típico en blanco y azul.
A
partir de ahí, tuvieron el apoyo tanto de las muchedumbres como de las
autoridades y se integraron en la tradición carnavalesca de Salvador (capital
del estado de Bahía).
La
música de los afoxés es la de los cantos y ritmos “ijexá” un tipo de ritmo del
candomblé, para los cuales los tambores (atabaques) se tocan solo con las manos
(sin baquetas).
El ritmo ijexá es parecido al de un samba lento y los cantos son
siempre en lengua yoruba. Los Filhos de Gandhy crean su propia música pero
mantienen las características principales de la música ijexá.
El famoso compositor/cantante, Gilberto Gil se hizo miembro de los
Filhos y ayudó a revivir y mantener la tradición al comienzo de la década de
1970. En su disco Refavela, (1977), Gil rinde homenaje al afoxé con su canción “Patuscada
de Gandhi” en estilo inevitablemente ijexá.
Por
analogía, el nuevo carnaval de los años 70 y 80 se denomina “carnaval ijexá”, sobre
todo para establecer una relación directa con los elementos fundamentales de la
cultura negra.
Gran parte de los Bahianos llevan con ellos la sabiduria de la Capoeira.
Paralelamente
se inicia una nueva forma carnavalesca con la invención del bloco afro. En 1974
se creó el primer bloco afro, llamadoIlê Aiyé
Los
Blocos afro son organizaciones de carnaval de las comunidades
negras de Bahía.
Ilê
Aiyê tiene un significado simbólico notable. Ilê es el nombre de “casa, templo”
en yoruba y Aiyê el mundo natural.
Vovô el presidente del grupo Ilê Aiyê,
era rastafari y muy influenciado por la ideología jamaicana en aquella época,
que poseía los principios de realzar el poder de la raza negra. Vovô prohibió la participación de
blancos en sus blocos y sus músicas hacían referencia constante al Aiyê, refiriendose
que la naturaleza, la belleza y el esplendor era únicamente negro.
La
canción “Ilê Aiyê”, de Paulinho Camafeu, se vuelve rapidamente el himno del
bloco (y G. Gil la grabó en su disco Refavela)
Reforzados
por el movimiento black power que en aquellos años se dejaba ver notablemente en
los E.E.U.U. y la aparición del grupo militante “Movimento Negro Unificado”
(MNU), los blocos afro pasaron a realizar un verdadero activismo en los años
80. Sin embargo, su adhesión al MNU tomo una tendencia un poco más moderada y
fue consciente en rectificar algunos aspectos y sólo se obtuvo como una fuerte protesta
social y lucha por realzar la raza, no como otra forma de excluir a las
personas con diferente color.
Además
del racismo, también confrontaban otros problemas como la injusticia
socio-económica. La creación de una nueva estética se basaba en la imitación y
transformación de ciertos modelos musicales, de danza y vestuario africanos y
afro-caribeños (conocidos o imaginados).
El uso de los instrumentos se limita a los tambores, “surdos”,
“repiques” y cajas (tarolas) y otras percusiones, en el acompañamiento del
canto casi siempre responsorial.
La organización rítmica básica, llamada “toque afro-primitivo”, al
principio consistía en la de la samba de tempo lento a moderado, en una textura
percusiva muy rica y poderosa. Los cantos del Bloco afro como se venía haciendo
hasta ahora, hablarían en relación a la historia y problemas del mundo negro.
La relación con el Candomblé disminuyo en los años 80 aunque nunca se
dejo de reconocer ciertos aspectos de las tradiciones del Candomblé como un
centro de resistencia cultural y sobretodo de identidad social y étnica.
En la
década de los 80 aparecieron blocos como Ara Ketu,
Badauê,
Ebony, Malê Debalê, y los conocidos Muzenza. Pero el que obtuvo el más grande
éxito de todos, fue sin duda el bloco Olodum, creado en 1979 por ex-miembros
del Ilê Aiyê.
El bloco Muzenza, fundado en 1981, por Geraldão, Mundão y
Barabadátuvo
la particularidad de establecer una relación espiritual directa con los negros rastas
de Jamaica y compartir culto al reggae, al rastafarismo y sobretodo el cantante
Bob Marley fallecido en 1981. La vestimenta, la estética, las rastas en sus
pelos y simbología del bloco, siempre estuvo influenciada con el movimiento
rastafari.
Olodum
fue el gran inovador musicalmente hablando, pues ya en 1985 introdujo
estructuras rítmicas diferentes en su versión de la samba dura o sambabahiana (la samba dura es basicamente una
variación rítmica de la samba de roda, modalidad folklórica de la samba de
Bahía). Estas estructuras recordaban un poco a ciertos ritmos afro-caribeños
(merengue, salsa) pero este sonido era diferente, en el destacaban mucho más los
sonidos graves, que en bucle se dejaban sonar con gran contundencia, mientras
los agudos golpeaban a la contra rompiéndose entre sí, era un sonido peculiar que
se le metía en los huesos de todo bahiano que lo escuchara, la influencia del
reggae jamaicano fue tal, que la nueva forma de tocar los tambores, adoptando
la estructura típica afro-caribeña de ritmos entrelazados, acabó por llamarse
“samba-reggae”
Es Lunes, 9 de la mañana, las calles de Madrid expulsan
fuego a principios de Julio. Se observa la primera oleada de guiris que vienen
de vacaciones y se refrescan en las terrazas con tinto de verano frio en el
centro de la ciudad.
Observo una baja energía en la población autóctona, parece
que la dureza de trabajar en verano en la capital nos va consumiendo poco a
poco.
Con la mochila a cuestas y agradeciendo la gran compañía que
me hacen los cascos que llevo pegados a mis orejas, en los que suena una lista que
mezcla reggae, swing, hip-hop, drum&bass, rock, balkan, ska etc… camino con
paso ligero.
Bajo las escaleras del metro, me dirijo al andén y cuando
llega el convoy dejo salir a los pasajeros; entro en un caluroso vagón donde el
sonido de los aires acondicionados me hace entender que están trabajando al máximo
rendimiento sin gran productividad.
Al colocar mi mochila en el suelo encuentro un periódico
tirado en cuya portada sale reflejado un titular que habla sobre la aplicación
de la ley mordaza. Con esto mi mente
retrocede a recuerdos sucedidos en este año y a la lucha de muchas personas para
impedir esta determinación.
En la siguiente parada muchos pasajeros desalojan el vagón y
a cambio para los que se quedan sube solo un músico con un saxofón a la
espalda, lo saca de su funda y antes de comenzar a tocar se dirige a los
pasajeros con unas palabras de introducción.
Comienza a interpretar una canción, que me suena bastante, y pasado un tiempo la reconozco
definitivamente: es el Matador. Mi mente
retrocede años atrás recordando que esta canción se tocó en mi batucada, pues su
ritmo pausado recordaba al SAMBA-REGGAE
brasileño.
Este recuerdo me despertó aún más las ganas de que llegue el
miércoles, el día de la semana que nos juntamos todos para ensayar. El día que
se une la “familia” y que se hace una pausa en todas las obligaciones y
responsabilidades del interior de la semana para darle tiempo a la expresión
artística grupal. Día en el que cada miembro aporta una importante pieza única y
exclusiva para que la gran maquinaria continúe funcionando.
Fieles al grupo y a los valores de éste, que desde sus
inicios saltan de generación a generación, y sujetos a un lema y a unos
colores, salen sentimientos muy especiales de unidad, dando sin pensar en
recibir y aun así recibes mucho más de lo que das y con un único deber que es
el de apoyarnos unos a otros para que así todos logremos el éxito en conjunto.